16 enero, 2006

Amor a los ladrillos. Hay amores que matan.

No soy economista. Mejor me hubiera ido, sin duda, pero no lo soy. Aún así, hace unos días que tengo una teoría económica en la cabeza y mira tú por donde la voy a soltar. Seguro que no es del todo nueva y quizás no sea exacta, pero para eso tengo un blog, digo yo.

Creo que la base de la actual situación en España son los alquileres de las casas. La interpretación que considera la vivienda como una propiedad y no como un servicio, ha trastocado todos los parámetros económicos hasta convertirlos en una parodia.

Me explico. Si la vivienda es un servicio sería normal que el estado fuera quien gestionara la mayor parte del él, como lo hace con la sanidad o la educación. En este momento, en que se tiende a privatizar hasta hacienda, estaríamos discutiendo que % de las viviendas deberían ser privadas. En todo caso la situación sería bien distinta la actual, donde el estado tiene en propiedad menos de un 12% de las viviendas de alquiler.

Veamos la teoría:
1.- Si la vivienda fuera mayoritariamente de alquiler y estatal, las rentas a pagar estarían controladas y por tanto el mercado estaría saneado.
2.- Si el estado tuviera, como en Austria por ejemplo, el 80% de las viviendas de alquiler del mercado, el resto de operadores moderaría sus precios.
3.- Si la mayor parte de las viviendas fueran de alquiler y a unos precios sensatos, esta sería una opción mejor que la compra. Por tanto, la sociedad entendería que una casa es un servicio y no una propiedad. En todo caso, sabrían que podrían elegir. Ahora la elección del alquiler en grandes ciudades es absurda, a no ser que estés de paso o no te llegue ni para una casa, con lo que se alquilan habitaciones.
4.- Si la gente invirtiera menos en pagar la casa podría ahorrar, cosa que parece que no hace nadie en este país.
5.- El consumo también sería mayor, activando así un mercado estúpido pero real, que se basa en que todos compremos muchos coches y muchas televisiones.
6.- Si el estado poseyera la mayoría del suelo edificable, (para poder hacer viviendas de alquiler cuando fueran necesarias) las especulaciones locales desaparecerían. Ya no habría recalificaciones, puesto que sería el estado el propietario. Los ciudadanos nos limitaríamos a “usar” esos espacios.
7.- Esa idea nos ayudaría a entender de que TODOS somos propietarios del territorio, pero que nadie tiene derecho a destruirlo para enriquecerse.
8.- Si las empresas del ladrillo no tuviera semejante poderío económico, la industria real, la que fabrica cosas y bienes, tendría más capital y por tanto más capacidad de innovación.
9.- Si la vivienda es un servicio, la movilidad de la gente aumentaría, repartiéndose mejor en función de la oferta de trabajo.
10.- Si entendiéramos la vivienda como servicio, lo haríamos también con la segunda residencia, potenciando el turismo interno, por el contra de las urbanizaciones.

Este panorama no es fruto ni de un tripy en mal estado, ni de un sueño postcomunista, es un panorama posible cogiendo, de aquí y de allá, cosas que ocurren en otros lugares del planeta. Dejemos ese amor por el ladrillo. Dicen los japoneses que no es nuestro el ladrillo, sino el espacio que contiene. En ese caso, estamos pagando muy caro el aire que respiramos, ¿no os parece?.

Así que, señora Trujillo, señor Salvador Milà, cuentan con mi apoyo para expropiar las casas desocupadas, cuentan con mi apoyo para expropiar los terrenos que crean oportunos pero que sea para aumentar en todo lo posible el % de vivienda pública de alquiler.
Quiero ir a una inmobiliaria, como quien va a la Seguridad Social, con la confianza de que como ciudadano me van a dar un servicio.

11 enero, 2006

errorismo














Desde Argentina nos llega un grupo de activistas que, bajo el nombre de Erroristas, intentan remover un poco el panorama social del país. Es cierto que su propuesta puede rozar lo moralmente aceptable. Las mentes bien pensantes dirán que se pasan de la raya, pero en realidad si los ponemos al lado de Bush & Co, su humor negro me parece de lo más sano.

Esta es la reseña de la noticia que salió en un periódico local:
El grupo de arte callejero “etc” atraía la atención de militantes y curiosos desfilando con vestimenta totalmente negra, simulando trajes árabes, enarbolando metralletas de cartón y al compás de una banda con la que parodiaban las letras de la marcha peronista, la radical y hasta la internacional comunista bajo una pancarta que decía “erroristas”.

Para más info: Internacionalerrorist@yahoo.com.ar

09 enero, 2006

Periodismo o ese nuevo género de ficción

Oscar Guayabero y Claret Serrahima (Entregado en El Pais en diciembre, aún no publicado)

No hace tanto que al conjunto de prensa escrita, emisoras radio y cadenas de televisión se les llamaban “los medios de información” o la prensa. En pocos años, han pasado a llamarse “los medios de comunicación” y cada vez con más fuerza nos referimos a ellos con el anglicismo “mass media”. Tratándose de un sector que trabaja con el lenguaje, estos cambios no pueden ser casuales. Nos preguntamos que ha cambiado en estos años. Desde siempre, ha habido periódicos, radios y televisiones con una línea ideológica concreta. Hablando por supuesto de países con regimenes democráticos, en los demás, la prensa es monocolor y vigilada concienzudamente por el dictador de turno.

Había un acuerdo tácito en otorgar a la prensa una cierta independencia y credibilidad. Quizás debíamos leer un par de periódicos de signo contrario pero al final, entre sus páginas, se encontraba aquello que comúnmente denominamos verdad. Así, asumimos que la prensa oral y escrita, cumplía la función básica y efímera de describir la realidad.
Es importante la condición de efímera, pues quizás la prensa más cualquier otro medio, es la que mantiene o borra un acontecimiento del imaginario colectivo. Sus canales de inserción en la sociedad son tan potentes que no es extraño que ya en el siglo XVIII Edmund Burke, pensador liberal, acuñara el denominativo de “Cuarto Poder” que se añadía a los poderes “históricos”: el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Ante políticos y periodistas dijo: “Ahí está el Cuarto Poder y verán que sus miembros serán más importantes que ustedes y se unirán a la cruzada por las libertades”. No se equivocó al cuantificar el futuro poder de la prensa, lo que no es tan evidente, hoy por hoy, es el papel heroico, que otorga a la prensa.

Noam Chomsky, señala que la prensa, en un sistema democrático, debería cumplir dos funciones: primero, debería presentar las noticias de manera completa, limpia y con imparcialidad y, segundo, debería constituirse en un vigilante contra los excesos del poder que atentan contra las libertades. Sintomáticamente, esta idea nos parece más que inocente.

El palabro “comunicación” coge fuerza en el momento en que los medios informativos, en tanto que empresas privadas son un producto, al servicio de un interés principal, ser rentable. Y un segundo objetivo, ya clásico, estar al servicio de una tendencia política concreta. Esa doble condición introdujo, en los años cincuenta, el concepto de entretenimiento como estrategia comercial y también como un modo de desviar la atención de los ciudadanos hacia territorios no comprometidos, políticamente hablando. En términos de Machado, La España de charanga y pandereta vino a ser el Pan y Circo de nuestros cuarenta años de travesía por el desierto de las libertades. No es que antes no se comunicara, pero en ese momento la “obligación” de informar, empieza a ser una carga más que un objetivo.

De ahí al amarillismo impreso solo había un paso. “que la verdad no te arruine una noticia” decía una consigan periodística en los setentas. La democracia llegó acompañada de una irrefrenable frivolidad que hizo de la prensa rosa un imperio económico. De repente éramos hedonistas, consumistas y chismosos. Tal como retrataba certeramente el Carvalho de Montalban: ”Desde que se murió Franco hay más crema de leche en los supermercados”. La pornografía emocional llena hoy nuestras cadenas televisivas.

Pero en los ochenta y sobre todo en la última década del siglo XX se da un paso más allá. La ingente cantidad de publicidad hace de los anunciantes parte intrínseca de los consejos de redacción imponiendo en muchos casos, no solo el tono de la noticia sino su misma existencia.
El lector, oyente o televidente es un instrumento para conseguir popularidad y negocio a través de los medios de control de audiencia, bajo esa fórmula que dice: más audiencia es igual a más anunciantes y eso es igual a más ingresos económicos. De ahí que la denominación mass media se haya extendido. En sus páginas cuesta encontrar otra realidad que la que cotiza en bolsa.

Esta, nueva situación ha modificado muchos de los códigos de comunicación existentes. La noticia ya no se arraiga a la realidad sino al interés del medio por una parte de esa realidad. Así pues, en numerosas ocasiones se “hinchan” acontecimientos, o se ignoran otros, incluso se llegan a autogenerar noticias. Cuando el periodismo lo hacen banqueros encarcelados, empresarios embargados y directores de periódicos metidos a dinamiteros, la realidad se convierte en supuestas filtraciones, documentos que nunca aparecen, escuetas disculpas si al final se demuestran falsos, etc. Esto no es ficción, pasó y el “Váyase señor González”, ganó las elecciones.

La cadena de radio episcopal, ejerce esa mecánica de generar noticias apocalípticas donde sólo hay reformas educativas o estatutarias y fusiones empresariales. Evidentemente, no se apela a la razón, ni a las valoraciones mesuradas de la realidad, sino a la reacción más visceral posible. Un papel muy parecido al que jugó la "Radio Tele Libre Mille Collines" (RTLM), una radio privada que sirvió de vehículo para promover propaganda violenta anti tutsi en 1994. Varios locutores de esa emisora están siendo juzgados por incitación al genocidio. Se llegaron a dar nombres y direcciones de personas a las que “convenía” eliminar.
Es sólo la punta del iceberg de lo que puede ocurrir si se sigue en esa dirección. Lo más preocupante es la desconexión de la realidad a la que están llevando a sus oyentes. La negación de la realidad es una enfermedad mental tipificada. Es algo que ayuda en determinados casos a mantener cierta esperanza sobre algo o alguien, negar la muerte de un ser querido, por ejemplo. Pero cuando se convierte en una costumbre se llega a lo que Orwell llamó “control de la realidad”. ¿Deben tumbarse todos en el diván de un profesional, o ellos saben donde esta el límite de lo falso?

Paralelamente, cuando la realidad se convulsiona, los medios dejan de ser ágiles megáfonos de esos cambios, puesto que antes deben valorar que implicaciones empresariales supone posicionarse en uno u otro sentido. Los atentados del 11M pusieron en evidencia esa falta de capacidad de reacción. “Aznar mintió el primer día. Pero ese hecho sólo explica el periodismo del primer día, no el retraso de los siguientes” apunta Guillem Martínez. Fue entonces la sociedad, a través de Internet i de los móviles la que creo una verdadera red de contra información, varios pasos por delante de los medios de comunicación establecidos.

A pesar de todo, debemos reivindicar un periodismo de periodistas y no unos medios de comunicación de masas. Tenemos el derecho a ser informados pero también la obligación de la militancia a la realidad, sin ella la paranoia puede convertirse en, simplemente, una opción y eso nos deja a todos a las puertas del psiquiátrico. De ahí, a las noches con cristales rotos y los cadáveres en las cunetas hay sólo un fanático con retórica y un pueblo que se ha dejado seducir por la ficción.

04 enero, 2006

A favor de la poligamia o poliandria

Carlos Aires, artista español afincado en Austria, ha desatado la polémica con una pieza un tanto insulsa pero políticamente incorrecta. Esto no dejaría de ser una anécdota en un panorama artístico plagado de provocaciones vacuas. El caso ha saltado a la palestra al tratarse de una campaña de trascendencia pública, para implicar a la sociedad austriaca en la futura presidencia de ese país del Parlamento Europeo. Digo yo que es bastante más escandalosa la reciente presidencia inglesa, con la retahíla de desaguisados que ha dejado, que no un puñetero cartel, pero ya sabemos que los chicos de la prensa necesitan una buena foto para generar noticias y esta es inmejorable. Tres personas con máscaras de Bush, Chirac y la Reina Isabel simulan una orgía bucólico-pastoril. Podríamos dudar de la elección. ¿Porque la reina y no Blair?. Quizás en la tienda de disfraces ya no les quedaban del primer ministro británico. Después de demostrar que lo de tercera vía no es más que un neoliberalismo con tintes fachillas, los conservadores deben haber cambiado las medias en la cabeza por la jeta de Tony.
En fin, el caso es que no se porque, al ver la imagen recordé a Acebes diciendo, sin rubor en las mejillas, que el Estatuto catalán abre la puerta a la poligamia. Será por eso del sexo anal, vaya usted a saber. La sodomía es eso que se practica en la intimidad y que cuando se hace pública se convierte en un insulto, vamos como el catalán en casa de Aznar. Digo yo que para ser políticamente correctos deberían haber dicho que: abre las puertas a la poligamia, (pluralidad de mujeres) y a la poliandria, (pluralidad maridos). Pero ya se sabe que en el PP los valores de la España católica perduran inalterables así que solo se contempla la posibilidad del harén femenino.
Seguidamente y en el mismo periódico, leo que, con gran alegría, los observadores económicos apuntan una desaceleración del precio de la vivienda. “Sólo” un 8%, dicen. O sea, ocho veces más de lo que aumentará el sueldo de la mayoría de nosotros. Por cierto, en letra pequeña dicen que el Euribor (índice con que se miden la mayoría de nuestras hipotecas) subirá también un 8%. Así que no se si al final tendremos una subida de un 16% pero poco faltará.

Como dicen que dos casualidades hacen un indicio, me planteo como se puede relacionar una orgía en Viena y una hipoteca en el Raval y de repente veo la luz. Los chicos del PP han encontrado la solución a la vivienda y la preocupante descapitalización de los núcleos familiares. Si con dos sueldos no llegamos, tendrán que ser tres. Si el estatuto se aprueba, cosa que se hará, aunque al final en lugar de nación ponga barriada y la financiación quede más o menos como está, tenemos una vía de escape a la pobreza. Uniones múltiples. Claro que también gastaremos más, pero ya se saben que donde comen dos comen tres, incluso si hablamos de sexo oral. Yo creo que con tres sueldos podríamos permitirnos salir al campo, de vez en cuando, e incluso plantearnos tener descendencia. Entre tres será más fácil “conciliar” el horario laboral con el familiar o como mínimo pagar la guardería. Así que señores del tripartito, cedan las competencias que hagan falta pero, por favor, dejen como está el tema de las uniones conyugales. Mi mujer y yo estamos ahora discutiendo si ha de ser hombre o mujer el tercer componente. Los argumentos para que sea un hombre son sólidos: su sueldo será probablemente mejor, y no hay posibilidad de partos múltiples. Pero yo insito en que dos hombres juntos puede hacer aumentar el caos y la suciedad en nuestro hogar. En fin, al final, mientras traiga dinero a casa y vaya limpio que me echen lo que sea.